El proyecto surge de la necesidad de mejorar la privacidad de los distintos espacios, resultantes de convivir todos ellos en un loft donde la doble altura y la inexistencia de tabiques divisorios impiden la simultaneidad de actividades sin molestarse mutuamente.

Sin embargo, el proyecto se acomete con la certeza de que hemos de mantener el carácter del loft, y, por tanto, el mayor desafío era no triturar la espacialidad de este gran espacio

El resultado: un filtro sutil y efectivo entre las estancias de planta de buhardilla y planta principal, materializada con dos carpinterías de hierro y doble cristal transparente para conseguir el aislamiento acústico entre las distintas estancias, que permiten usos simultáneos sin molestarse. Gruesos cortinajes correderos, añaden el filtro visual solo cuando es necesario.

La intervención en planta baja, va justamente en la dirección contraria: aquí se trataba de integrar la cocina, ampliando a su vez la superficie útil del comedor. Por tanto, el proyecto eliminó el aseo de cortesía que bloqueaba la cocina, y, que la relegaba a un espacio en túnel, oscuro y apartado.

Los nuevos acabados se eligen con la intención de armonizar con el sistema constructivo centenario de la construcción y ponerlo en valor: parquet de madera natural para el pavimento de ambas plantas, que junto con la cubierta aportan carácter y calidez. El resto de los materiales son silenciosos: cumplen su función desde el punto de vista constructivo, pero no contaminan visual ni estilísticamente el conjunto.

La elección de la luminaria escogida para el espacio en doble altura, completa el conjunto espacial: Cables eléctricos negros dibujan geometrías en tres dimensiones que, a pesar de su gran tamaño, crean un efecto de transparencia que no cargan el espacio.

La privilegiada terraza para disfrutar del clima amable de Barcelona, se cubre con una cubierta de cañas naturales amortiguando el sol punzante del verano y permitiendo su uso todo el año.